Desde un planteamiento práctico, la vivienda industrializada nace de la necesidad de construir muchas unidades, de una forma rápida, precisa y de bajo coste económico.
Estas urgencias surgen, generalmente, como consecuencia de catástrofes naturales, guerras, explotaciones industriales, asentamientos de emergencia, etc.
Entonces, ¿por qué no llevar la industrialización de la vivienda a una escala mayor?
Con el empleo de esta fórmula constructiva, va creciendo la idea de la vivienda industrializada bajo demanda. Entre 1911 y 1917, Frank Lloyd Wright propone una gran variedad de formas prefabricadas para reducir el tiempo de la construcción y los costes económicos. Nacen así las conocidas Usonian Houses, un conjunto de viviendas unifamiliares construidas entre los años 30 y 40, logradas a partir de la producción en serie de sus componentes.
En Europa, allá por 1914, un tal Charles-Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, planteó y patentó un entramado estructural de forjados y pilares, Maison Domino, rompiendo de forma radical con el tradicional sistema estructural de muros de carga .
Le Corbusier fue uno de los mayores promotores de la idea de vivienda industrializada, planteando la casa como una máquina de habitar durante el nacimiento de la arquitectura moderna .
“Después que se han producido en las fábricas tantos cañones, aviones, camiones y vagones, uno se dice: ¿No se podrían fabricar casas?” (Le Corbusier, 1923).
Su visión pragmática de la vivienda le condujo hacia una arquitectura purista y matemática, en la cual reinaba la funcionalidad y la razón, tratando de alcanzar la perfección, de la forma más simplificada, rápida y sencilla posible.
“Se llegará a la casa-herramienta, a la casa en serie, sana (moralmente también) y bella con la estética de las herramientas de trabajo que acompañan nuestra existencia (…). Hay que enorgullecerse de tener una casa práctica como una máquina de escribir” (Le Corbusier, 1923).
Sin embargo, esta simplicidad de la forma iba acompañada de un exhaustivo desarrollo del proyecto y el diseño. Le Corbusier planteó un sistema de modulación basado en la escala humana, llegando a publicar un estudio en 1949, llamado El Modulor.
«Porque la casa en serie necesita el estudio detallado de todos los objetos de la casa y la búsqueda de la norma, del tipo (…). Estudiar la casa, para el hombre corriente, universal, es recuperar las bases humanas, la escala humana, la necesidad-tipo, la función-tipo, la emoción-tipo. Es así. Es capital. Es total.” (Le Corbusier, 1923)
Hoy en día, la vivienda industrializada es una realidad a la que muchos siguen temiendo. Al ser humano le aterra lo desconocido, abogando de forma inconsciente por lo tradicional, conducidos por el miedo al fallo y al error. Sin embargo, sus ventajas sobre la construcción in situ están más que demostradas:
- Ahorro de costes.
- Control de calidad y calidad constructiva
- Adaptabilidad
- Sostenibilidad y eficiencia energética
La vivienda industrializada moderna permite llevar a cabo, al mismo tiempo, la cimentación y la construcción del edificio, reduciendo alrededor de un 40% los tiempos de ejecución con respecto a una obra tradicional. Además, en la misma planta de fabricación, se trabaja en paralelo construyendo cada una de las piezas que conformarán la vivienda, no siendo necesaria la finalización de las fachadas para poder colocar posteriormente la cubierta, por ejemplo. Se llevan las piezas construidas a obra y se ensamblan in situ, como si del montaje de un lego se tratara.
La construcción en fábrica permite versatilidad y adaptabilidad durante el mismo proceso constructivo. Una flexibilidad que nos puede llevar a realizar cambios de distribución con las obras iniciadas, sin coste adicional de las mismas. Y no menos importante, el control de calidad y la precisión de la construcción y los acabados en fábrica permite alcanzar mayores calidades a un precio igual o menor que la construcción tradicional. El ambiente y el clima del espacio de trabajo están estudiados y controlados, por lo que se deja de depender de las inclemencias meteorológicas del lugar en el cual se va a situar el edificio, además de conceder mejores condiciones de trabajo a los empleados.
El ahorro en tiempo y en dinero no son las únicas ventajas de este tipo de construcción. Según expertos “con la industrialización, estamos capacitados para volver más sostenible todo el proceso, al poder optimizar el uso de materiales y energía y concentrar los procesos en un único punto. Hay menor impacto ambiental: se usan materiales reutilizables y reciclables, y el control de emisiones es posible al estar en un entorno cerrado”. Yendo más allá, la búsqueda de la vivienda pasiva es posible a través de la utilización de punteros sistemas constructivos llevados a cabo en fábrica, gracias a las facilidades y la precisión ofrecidas por la maquinaria existente en una planta de fabricación.
Autor: Fernando Gimeno Pérez